viernes, 3 de enero de 2014

Una propuesta para las elecciones en Colombia

Un defecto que normalmente se le achaca al Congreso de la República es que el ciudadano "de a pie" no tiene ni idea sobre cuál parlamentario lo está representando. Esto hace que la rendición de cuentas no opere como se esperaría, ya que detrás de la confusión muchos congresistas logran escudarse y no poner la cara ante el electorado. Esto es particularmente grave en el Senado, donde hay una única circunscripción nacional. Al recibir votos de todos los rincones del país, nunca es claro a quién debe el senador su elección. Para resolver este problema, algunos, como el senador John Sudarsky, han propuesto una remodelación de nuestro sistema electoral. A mí, personalmente, me gusta la idea y quería compartirla con ustedes.



La propuesta de Sudarsky es la creación de lo que se conoce como sistema electoral mixto. En la modalidad sugerida, lo que se propone es dividir al país en distritos electorales relativamente pequeños, en contraposición a los departamentos y el Distrito Capital para la Cámara de Representantes, y a la ya mencionada circunscripción única nacional para Senado. Estos distritos, llamados DUN (abreviación de Distrito UNinominal), tendrían cada uno su propio tarjetón con los candidatos de esa zona geográfica. El candidato que gane en cada DUN quedaría como representante del mismo y él sería responsable de rendir cuentas a quienes habiten en ese distrito.

Ahí tendríamos resuelto el problema de la rendición de cuentas, que es la gran ventaja de estos sistemas que en inglés se llaman first-past-the-post, pero a la vez plantea otro problema. Al sólo permitir que salga elegido el candidato con mayor número de votos por distrito, se ve comprometida la proporcionalidad representativa, es decir, los partidos pequeños quedarían excluidos y se abriría la puerta al bipartidismo. Como ya sabemos lo nocivo que puede llegar a ser para el país un sistema excluyente, es precio garantizar un componente de proporcionalidad a las elecciones, y ahí es donde viene el tema de un sistema mixto. Los elegidos en cada DUN sólo conformarían el 60% del Congreso. El 40% se armaría tomando los votos de quienes no salieron elegidos en los DUN y aplicándoselos a unas listas de carácter nacional a las que se les asignarían curules según el porcentaje que tenga el partido al que pertenece la lista al sumar todos esos "votos residuales".

Este sistema en mi opinión representa un sano balance a la hora de resolver el eterno tradeoff de las democracias representativas: eficiencia y gobernabilidad vs. consenso e inclusión. Reduciría además costos de campaña al limitar la zona en la que cada candidato habría de hacer proselitismo.

Pero las modificaciones al sistema electoral no deberían quedarse ahí. Se debe garantizar, además, que quien gane ya sea en un DUN para cuerpos colegiados realmente haya sido elegido de forma mayoritaria. Para ello sería menester introducir un elemento adicional: el del voto alternativo. ¿En qué consiste esto? En que el votante en su tarjetón "ordena" a los candidatos de acuerdo al orden de preferencia. Por ejemplo, marca con un 1 el candidato que más le gusta, con un 2 el que le sigue en preferencia, con un 3 el tercero más idóneo según su punto de vista, y así sucesivamente. Al hacer el recuento, se suman todos los votos en los que cada candidato quedó marcado con el 1. Si con eso hay mayoría absoluta, se declara un ganador. Si no, se miran los votos en que cada candidato fue marcado con el 2, y así sucesivamente hasta que alguien tenga más del 50% de los votos.

Este método ofrece una serie de ventajas. Para empezar, no sólo es útil en elecciones de cuerpos colegiados sino también para instituciones unipersonales como la Presidencia, las gobernaciones y las alcaldías, y con ello se evita entrar en la muy costosa y engorrosa segunda vuelta (de hecho el voto alternativo es llamado a veces "segunda vuelta instantánea"). Además, se desincentiva lo que se conoce como "voto estratégico", ya que, si pienso que mi candidato no tiene muchas opciones, igual no tengo que abandonar mi apoyo hacia él para votar por el "menos malo de los favoritos", sino que marco con el 1 a mi candidato y con el 2 a ese "menos malo" (¿y quién quita que las encuestas estén erradas y mi candidato resulte finalmente elegido?). Y adicionalmente, conmina a los candidatos a buscar consensos y a  alejarse de propuestas extremistas, ya que de otro modo lo que sucedería es que los adeptos de los demás candidatos los dejarían bien abajo en sus preferencias a la hora de votar. Por supuesto, el método no es perfecto e implica un nivel de complejidad que dificulta un poco su aplicación. En particular, requiere un electorado que sepa leer y escribir y no sólo se guíe por fotos y cruces, pero eso también es un requisito con el actual tarjetón donde un número identifica al candidato en las listas nacionales o departamentales.

Implementando estas refacciones, se estaría yendo hacia un sistema político con mayor conexión entre el electorado y quienes se postulan a cargos públicos, reduciendo costos no sólo financieros sino también políticos, y donde se favorecen la inclusión, el respeto y el consenso. No es una panacea ni mucho menos, ya que no blinda contra problemas como la financiación por parte de grupos ilegales o el clientelismo, que requieren transformaciones mucho más profundas. Pero la verdad es que ayudaría mucho a cambiar la forma tan nubosa, tan propensa a fallas, como conformamos tanto el Ejecutivo como el Legislativo. Ya no alcanzamos a tener algo así para las elecciones de este año, pero vale la pena considerarlo a futuro. Se los dejo ahí.

2 comentarios:

  1. Lo que Sudarsky y sumercé proponen (la primera parte, al menos) es lo que se usa en Japón, México y una corta lista de países. No está mal, pero ahorita en Japón, por ejemplo, hay una controversia por la distribución y el tamaño de los distritos electorales. No suena mal, pero me imagino que saldrán muchas voces a oponerse (no faltará el que diga que es 'costosa' porque habría que diseñar tantos tarjetones diferentes como los distritos que se creen).

    La segunda parte, muy bonita en el papel, también tendrá sus opositores (me hizo recordar el nuevo sistema de admisiones en la U. Nacional, donde uno también ahora debe escoger un 'plan B' por si no pasa en la primera opción) y seguro se caería por "complicada", como usted mismo reconoce.

    El problema, además de lo cultural, es la absoluta carencia de buenos candidatos, lo que desmotiva en buena medida el voto consciente (y peor ahora con lo que ahora hacen con el voto en blanco). Pero eso es harina de otro costal.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por el comentario, Julián. Justamente en un curso sobre desarrollo democrático vi el sistema explicado a través del caso de Japón. Hay un fuerte desbalance en favor al LDP, que se origina en la parte del sistema que es first-past-the-post . Cuando hay un desbalance así se podría ir más allá, a lo que se llama sistema mixto dependiente, en el que al final TODOS los escaños deben representar la proporcionalidad del voto emitido.

      Eliminar