jueves, 14 de marzo de 2013

Sede Non Vacante

El solio pontificio ya no está vacío. Al viejo Joseph Ratzinger lo ha sucedido Jorge Mario Bergoglio, quien ha tomado el nombre de Francisco para ejercer su pontificado, en un homenaje a Francisco de Asís, quien es tal vez el miembro del clero católico que mejor recordación tiene entre los fieles. Con este nombramiento se cierra un mes histórico para la Iglesia Católica: la primera renuncia papal en 600 años, y la primera voluntaria en 717, conllevó al primer nombramiento de un papa americano, el primero no europeo en ser obispo de Roma desde Gregorio III, hace más de 1200 años. La pregunta que surge, a la luz de mi anterior artículo, es: ¿será este nuevo papa de recordación histórica por su transformación profunda de la organización que ahora dirige, o simplemente por los datos enciclopédicos que acabo de mencionar?



Bergoglio es jesuita. De hecho, es el primero en acceder al papado (otro dato enciclopédico). Dentro de la colcha de retazos que es el clero católico, en el que las posturas de los diferentes grupos es más variopinta de lo que muchos creen, la Compañía de Jesús tiende a ubicarse dentro de la zona más progresista del espectro. Siempre haciendo de la educación y de la cultura una de sus principales banderas, a los jesuitas se les suele tomar por individuos estudiosos, cultos, ilustrados, lo cual no está alejado de la realidad. Esta vocación erudita los ha llevado a abandonar posturas radicales y poco racionales, y siempre han estado abiertos al debate inteligente. En este orden de ideas, cabría esperar que el buen Francisco adoptara esta actitud y aceptara escuchar la diversidad de opiniones que afloran dentro del catolicismo. Esto sería muy sano ya que evitaría que las tensiones internas fueran camino al resquebrajamiento total.

Sin embargo, aún dentro de la orden jesuita hay sectores de corte más bien tradicionalista, yel background de Bergoglio hace prever que él es proclive a esa corriente. Se ha opuesto vigorosamente al aborto, al matrimonio entre parejas del mismo sexo, a la eutanasia, y al uso de métodos anticonceptivos distintos a la castidad. En esto no se separa para nada de la línea que mantuvieron Juan Pablo II y Benedicto XVI, lo cual me parece preocupante, porque más ortodoxia, como ya lo dije, terminará asfixiando a la Iglesia y puede que propicie la catástrofe que haría cumplir las profecías que por ahí rondan con respecto al papado. Sin embargo, me doy la licencia de esperanzarme con que ahora, siendo obispo de Roma, Bergoglio opte por seguir la línea jesuita del debate y la conciliación para mantener la cohesión del clero y recuperar la conexión con la "gente de a pie".

Además del aspecto ideológico, está también el político. La escogencia del argentino es totalmente estratégica. No sólo se fortalece el vínculo entre el Vaticano y Suramérica (donde están la mitad de los católicos del mundo) sino que es probable que se esté pensando en lo mismo en lo que se pensó cuando se eligió un papa polaco en 1978. En aquellos tiempos en Europa Oriental había un bloque de gobiernos de corte ultraizquierdista, dominados por la Unión Soviética, y desde Roma se propusieron fortalecer el vínculo con los católicos de esta región, perseguidos y matoneados, y dar al traste con esos regímenes. En América del Sur ahora hay un conjunto de gobiernos ideológicamente próximos a los de la Cortina de Hierro, sin llegar al extremo condenar al ostracismo al catolicismo (incluso se aprovechan del populismo religioso), pero que no son del agrado de la línea oficial del Vaticano. El propio papa, siendo obispo de Buenos Aires, fue férreo opositor de los Kirchner, así que existe una alta probabilidad de que ahora como Francisco se convierta en el martillo del "socialismo del siglo XXI". Sin embargo, esta posición anti-izquierdista tiene un aspecto oscuro: al papa se lo acusa de haber sido cercano a la junta militar que gobernó Argentina enter 1976 y 1983, caracterizada por desapariciones forzadas, torturas, violaciones, robos de niños, etc. Es más, a Bergoglio se lo relaciona con la detención y tortura de dos sacerdotes afectos a la Teología de la Liberación. Veremos en los próximos años si tras la sotana blanca hay un asomo de fascismo o si simplemente su desagrado por el régimen argentino obedece al sentido común.

Como puede verse, el papa Francisco arroja luces y sombras en este momento. Reconozco que aún me falta mucho por descubrir y conocer sobre él, cosa que no me pasó con Ratzinger, quien ya me era bastante familiar para cuando subió al trono papal. Como con todos los funcionarios recién elegidos, es sano y responsable darle un tiempo de gracia. Su pasado no necesariamente es su futuro. Pero como ya lo dije en el artículo anterior, si se obstina por el continuismo, la ruptura está a la orden del día. Quiera Dios (nunca antes mejor empleado) que no polarice sino que aglutine, por el bien de su propia organización.

Para finalizar, algo para la reflexión: Ratzinger sí quería ser Papa. Bergoglio no. De hecho, Bergoglio se hizo a un lado para que el alemán fuera elegido. Si el que tenía ganas de vestirse de blanco renunció fatigado, ¿qué irá a pasar con el que accedió a regañadientes?

2 comentarios:

  1. El que accedió a regañadientes seguramente persistirá porque la pasión y el sufrimiento está en cada rincón dogmático de esa fe.

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  2. La elección de un argentino me parece también un perfecto compromiso entre escoger por la primera vez un americano y no alejarse demasiado de Europa, puesto que Bergoglio es de origen italiana, habla bien italiano y viene del país suramericano con mas vínculos con Europa.
    No había pensado en el aspecto político, pero sí, es como tu dices: si una nueva forma de ser occidentales nacerá en el futuro, pasará en Sur América y la Iglesia quiere controlar y tomar parte en ese cambio.

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