Cuando yo estaba haciendo mi maestría, teníamos una clase de emprendimiento dictada por un personaje tan emblemático como singular en la escena de la alta dirección española, Ignacio De La Vega. En una de las primeras clases, Nacho (como prefería que se le llamase) nos hablaba sobre las fuentes de capital en las distintas etapas de la vida de una iniciativa emprendedora. En los primeros meses había que recurrir a lo que llaman las tres F's (Friends, Family & Fools). Más adelante, cuando todo empezara a cuajar, era pertinente presentar la idea ante potenciales "ángeles inversionistas" (que no son más que individuos con dinero disponible para invertir y, o bien un espíritu altruista increíble, o bien una aversión al riesgo muy baja), y animarlos a impulsar el desarrollo de la iniciativa. En etapas posteriores, de mayor madurez, se podía pensar en atraer firmas de venture capital e incluso permitir ser adquiridos por parte de entidades dedicadas al private equity. Sin embargo, son pocas las iniciativas que logran desarrollarse a tal punto de solidez y tamaño como para alcanzar estas últimas instancias. La mayoría, pues, solía terminar debatiéndose entre el ángel inversionista y "tu amigo, el banco". Y, como mucha gente desconfía de meter gente nueva a su negocio (y el ángel inversionista no pone su dinero si no va dentro del negocio), muchos optaban por los bancos. Sin embargo, en los últimos 15 años se ha venido desarrollando un concepto totalmente disruptivo en materia de financiación. Se trata del crowdfunding.
¿En qué consiste el crowdfunding? En lugar de buscar que una persona, o un puñado de personas, inyecten sumas ingentes de capital, se apela a la sociedad en general para que, a partir de pequeños aportes, se logre recaudar una gran suma. De esta manera se reduce o incluso elimina la dependencia en el ángel inversionista y se evita la injerencia directa en el negocio de los aportantes de capital. Si bien hace ya siglos que se dieron caso de financiación que podrían llamarse de crowdfunding , el primer ejemplo estrictamente hablando data de 1997, cuando la banda británica Marilion pidió a sus fans ayudarles a financiar la producción de su álbum Anoraknophobia. A partir de entonces, múltiples iniciativas similares han tenido lugar. De especial importancia ha sido el surgimiento de plataformas orientadas al fomento del crowdfunding. En la jerga de la estrategia corporativa, una plataforma es una entidad que acerca dos o más grupos de manera tal que se generen lo que se conoce como efectos de red: el incremento en el volumen de un grupo incide directamente en el incremento del volumen de los demás grupos. En el caso del crowdfunding, esto quiere decir básicamente que, entre más aportantes de capital, más beneficiarios, y viceversa. Como casos destacados vale la pena mencionar a Kiva, una organización sin ánimo de lucro dedicada a ofrecer microcréditos a emprendimientos en sectores deprimidos del Tercer Mundo, con el fin de ayudar a aliviar la pobreza. El donante escoge a quién quiere "apadrinar" y recibe reportes periódicos sobre qué ha hecho su "ahijado" con la contribución recibida. También es de resaltar el caso de Kickstarter, una plataforma que buscar ayudar al financiamiento de ideas creativas y culturales.
El florecimiento del crowdfunding ha sido posible gracias al desarrollo de Internet, en general, y de lo que se conoce como Web 2.0, en particular. Elementos como las redes sociales han acercado a distintos grupos de interés y han derribado la necesidad de intermediarios que se aprovechaban de la desconexión entre dichos grupos para beneficiarse económica en detrimento de éstos y ejercer poder coercitivos. Lo hemos visto en el desarrollo de formas de periodismo por fuera de los medios tradicionales, en la presentación en sociedad de trabajos musicales y en la comunicación directa entre los políticos y su electorado. Del mismo modo, el rol de los bancos o de las firmas de venture capital como proveedores de fondos esta viéndose disminuido. Adicionalmente, se están creando relaciones entre benefactores y beneficiarios en los que todos salen ganando. No sólo hay un acercamiento y una comunicación directa entre ambos, sino que, mientras el primero puede ejercer un control efectivo sobre su inversión, el segundo no ve interferida su capacidad de decisión en los asuntos internos de su emprendimiento. La plataforma sólo cumple labores como facilitador y como coordinador, sin buscar coartar el margen de maniobra de las partes.
En Colombia, sin embargo, el tema aún está algo crudo, como sucede en otros campos. Sólo hasta hace pocos meses han aparecido las primeras plataformas locales de crowdfunding. En la línea de las plataformas sociales tipo Kiva se encuentra el Fondo Acción, mientras que en la línea de financiamiento cultural tenemos nuestra propia versión de Kickstarter, La Chèvre. También se han dado rondas de obtención de capital sin plataformas, directamente por el beneficiario, como el programa Súper Amigos de La Silla Vacía, del cual yo fui aportante hace pocos días. Se busca con estas iniciativas llenar el vacío que aún existe en el medio local, ya que algunas plataformas multinacionales no cubren al país y otras no son tan conocidas o no están "platanizadas" para atender las necesidades de esta esquina del mundo. Para una economía donde el acceso a las fuentes de capital han sido tan limitadas, restringiéndose casi siempre a los bancos entre quienes están bancarizados, y a sí mismos o a oscuros individuos como los prestamistas a cuentagotas, entre quienes no acceden al sistema financiero, resulta vital crear este tipo de canales donde el ciudadano de a pie es quien financia, desarrollándose un contexto de solidaridad que es impensable con la banca.
La Web colaborativa ya ha estado en el centro de movimientos transformadores en lo político, como la Primavera Árabe y las olas de indignación en Europa. En campos como el crowdfunding, es posible que también se generen transformaciones aún más profundas en lo social y en lo económico. No sólo es posible que esto ayude a escapar a muchos de las trampas de la pobreza y la frustración, sino que al apelar a la simpatía de las masas se pueda dar un aire a ideas de emprendimiento de las que hasta ahora se haya hablado poco en el salón de clase de Nacho De La Vega.
Por casualidad hoy doné a esto:
ResponderEliminarhttp://www.globalgiving.org/projects/better-life-than-war-and-poverty-for-bogota-youth/
Saludo.